martes, 3 de agosto de 2010

Farewell song


Dónde empiezan y dónde acaban las cosas, sólo lo puede decidir uno mismo. Todo se puede alargar indefinidamente, y los tiempos se pueden fragmentar hasta convertirse en en pequeñas nanopartículas de sentido. Yo soy de las de los grandes marcos, de las que empaquetan la vida en periodos de cuatro años para que no se queden los bisiestos colgados, tan independientes y auténticos ellos, y tan tocapelotas a veces.

Hoy he decidido cerrar una etapa, sin dramatismos. Hace unos días que lo podía haber hecho, pero no funciono por imposiciones, y prefiero las despedias poco a poco, quedarme con el gusto y el tacto de las cosas, y separarme de ellos lentamente, mientras van llegando otras cosas, otras ciudades, otras maneras. Y ponerme unos días la otredad como bandera, que en la variedad está el gusto y, parafraseando a Ciro Alegría, el mundo es ancho, pero no ajeno.

Se acabó, te digo adiós por fin, con esa mezcla explosiva de las risas que fondearon hasta en el último de tus rincones, de las miradas cómplices y las palabras amigas, del autoconocimiento, el crecimiento, la lucha, de la libertad de la experimentación, de la impotencia de las piedras que vuelven siempre al camino, del enfado del tropiezo, de la frustración por el amor no alcanzado, del espejismo. Me has dado mucho, muchísimo, pero las piezas de tu rompecabezas hace tiempo que no encajan en mi camino. Son las piezas de esa Barcelona cool. Esa Barcelona pueblo. La de los jóvenes, y la de los viejos. Esa Barcelona multicultural, esa Barcelona de robos y desencuentros. Esa Barcelona anarquista, esa Barcelona burguesa, esa Barcelona catalanista. La maloliente y la bonita. Sobre todo la bonita, la de las ilusiones, la de las oportunidades, la de los vínculos. La de mis amigos.

"I don't belong here", dice Radiohead. ¿Y es que acaso alguien pertenece a algo? ¿Algo pertenece? ¿Tiene un significado real "pertenecer"? ¿El de sentirse incluido? ¿El de estar atado a las posesiones? Pues entonces yo no tengo nada... y lo que tengo, lo llevo conmigo.

A pesar de las dos maletas que a duras penas traje desde el aeropuerto.

Y este blog pertenece a otro momento, a un periodo empaquetado. "Sugerencias ómanas en Barcelona", dice por ahí otro titulillo a la derecha. Y hace bastante que las actividades no se actualizan. Durante mucho tiempo este sitio ha estado presidido por una foto de mi torso desnudo, un cuerpo que pretendía emular la parte artística que todos sentimos brotándonos por dentro. Hoy lo cierro mirando hacia afuera y mirando hacia adentro, con un autoretrato de habitaciones, ciudades de noche, rocíos a ambos lados del cristal, reflejos, búsquedas y encuentros.

Aunque sé que algunas cosas nunca se podrán marchar del todo, que hay cosas que una vez mezcladas no se puden separar, ahora voy con paso ligero, haciéndome el camino con nuevas y exóticas piezas de rompecabezas. La ciudad aún sigue despierta.

Gracias por acompañarme hasta aquí.

domingo, 9 de mayo de 2010

¿Cuál es el sentido de mi vida?

gris verde rojo

Gris.

Cada día me someto a cuentas atrás desesperadas de silencio y mirada perdidas. Mi cuerpo se esparce por la inercia del veloz movimiento mientras ni siquiera pasa nada al otro lado del cristal.

Verde.


Me he bañado desnuda en la fría agua que brota de entre las rocas y montones de peces se han deslizado en mi cuerpo. Amo el olor a vida cuando llueve. La tierra aún es fértil: nos concede el indulto cada vez que regresamos a la cuna que es su manto.

Rojo.

Un borracho acaba de regalarle a una yonki una rosa que entre los brazos de una estatua se moría ante su ruidoso grupo de amigos, borrachos también, sentados en la scalinat de la iglesia. Los sístoles y diástoles se me disparan cada vez que gritan que "¡eso no se le puede hacer a la estatua de la libertad!"; se me serenan, si recuerdo las palabras bajo su mirada, segura, sincera.

Más abajo su boca.

lunes, 12 de abril de 2010

Silencio

Las cosas que no decimos son casi siempre las más importantes. Como todo lo que callé cuando te dije que no quería volver contigo; después entendiste, pero era tarde. Como todas las cartas que escribí entonces para ti, y en un día de arrebato quemé en el fuego. Como todo lo que ahora, con esta distancia horrible, no te puedo decir.

Y las palabras que no se dicen se encienden con el silencio.
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A veces necesito explotar y después de expandirme volver a mi tamaño natural por unos instantes, respirar tranquila y ser consciente sin más de que te echo de menos. Levantarme. Desayunar. Coger el tren. Trabajar. Hacer la maleta. Ir a la playa. Reir. Hablar. Cenar. Dormir. Pero nadie entiende. Nadie lo entiende porque no hay palabras que lo puedan explicar.

Imagina ahora cómo me enciende este silencio solo.