sábado, 21 de febrero de 2009

MUSAC, parada obligatoria



Mañana leonesa en el Musac, toda una vivencia para los amantes del arte contemporáneo. En el Musac el arte es el choque, aquello que casi sin darte cuenta te mueve algo por dentro. Y qué mejor manera de comenzar que con esas casas vacías de Elmgreen y Dragset. Lo primero que descubres es a un joven durmiendo en una habitación casi vacía con su ordenador encendido, inevitable sentir la indiscreción de quien se sabe observando vidas ajenas. Trying to remember what we once wanted to forget es el título de un conjunto de instalaciones hechas de casas casi vacías, blancas, que son de algún modo la memoria, un lugar donde nos sentimos seguros pero lleno de pequeños objetos y recuerdos escondidos por sus rincones.




Los collages de Kirstine Roepstorff tratan de ilustrar El sonido interior que ahoga el exterior. No sólo es uan reflexión acerca del yo y lo que lo define en su sentido más individualista, sino que también supone una crítica de nuestros sistemas sociales y políticos, las ideologías, los sistemas de creencias contemporáneos y los discursos de los medios de comunicación -una serie en concreto se centra en este último tema-.




Los collages son una explosión de sensaciones para el espectador. Pero también lo es la instalación Stiller Teater, a medio camino entre el teatro y el performance donde se haya con éxito una nueva forma de narrar. Se trata de una instalación móvil compuesta por numerosos collages que se mueve en relación a una especie de radio teatro y que, junto con la iluminación, crea maravillosos juegos de luces, espacios mágicos de encuentro con la parte más íntima de uno mismo, aunque en ocasiones no parece muy estudiada la estructura ni la intensidad narrativa y no se consigue mantener la atención del espectador.


La obra de María Núñez resulta bastante interesante. Fin habla del ser humano entendido como una mutación del cuerpo, hasta llegar a su total desparición. Crea una atmósfera idónea para su reflexión, con una ambientación sonora un tanto tétrica e imágenes que despiertan incógnitas sobre el futuro de la humanidad y el sentido de la existencia. Algunas de esas imágenes están muy logradas; otras me parecen mediocres. Como punto positivo, incorporan muchas de ellas animación e imagen en 3D que se fusionan con otros elementos.


El Musac me ha sorprendido muy gratamente. Lo he encontrado el lugar perfecto para la experimentación con el arte y lo performativo, la reflexión entre el entretenimiento y lo cotidiano; un lugar por el que merece la pena pasar. Organizan además multiples actividades, como proyecciones de documentales, ciclos de cine, música, performances, seminarios y talleres; además, se pueden hacer visitas virtuales que, aunque no es lo mismo, no está mal para los que estamos a tantos kilómetros de distancia.

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