miércoles, 25 de marzo de 2009

Colonia de melocotón

Exprimía varios melocotones y mezclaba el jugo con agua. Después lo introducía en botes de diferente tamaño, y que podían ir desde el bote de los macarrones de la abuela, antiguos frascos de colonia, hasta simples botellines de agua. Después les ponía un precio en función del tamaño y los exponía en una mesa en la calle. Pensaba que si los americanos lo hacían con la limonada, nosotras lo podríamos hacer con colonias, que eran mucho más útiles que un refresco en un pueblo con bares pero sin tiendas. Y por supuesto más chic.

Vendimos una, a una prima nuestra mayor que nosotras, aunque la cara que puso al oler la colonia no era precisamente de cliente satisfecho... Igual habría sido buena idea limitarnos a copiar el modelo americano, pero de donde vengo se entiende limonada como bebida alcohólica hecha a base de vino y frutas... Y en ese caso, el olor de mi infacia no habría podido ser el de aquella colonia de melocotón.

De modo que ahora, después de danzar al son de 4 bailes (Tango, Bolero, Rock & Roll y Vals), todo cobra sentido. Y yo os propongo un quinto.

Si alguien cree que el teatro es muy elitista, que está alejado de la realidad, que no le va a sorprender... que vaya a la Villarroel ya! 4 bailes es una historia sencilla, en absoluto pretenciosa, que engancha a los espectadores desde el primer momento. Una de las geniales piezas de Albert Espinosa que, después de recorrer mundo y meterse en el bolsillo la crítica en Alemania, Suiza, México y Venezuela, ha vuelto a casa con la puesta en escena de Los Pelones, compañía que mantiene su unión sobre los escenarios desde la etapa universitaria.

Espinosa ha copiado las mejores ideas de cada uno de los montajes que se han hecho de su obra y ha contado para la que nos presenta ahora con la colaboración de Comediants y Joan Ollé (un actor y director al que tengo ganas de conocer desde hace tiempo por una de esas casualidades de la vida que otro día os contaré...)
En 4 bailes, un canguro un poco pasota cuida a una niña "especial" mientras su hermano acude a clases de baile. Un mismo tema se repite, el famoso Barquito chiquitito que todos tuvimos de pequeños, adaptado a cuatro tempos: "Cada una de estas músicas corresponde a una etapa diferente de la vida. El tango representa los primeros años, de los 10 a los 20, porque como en él, cualquier cosa te marca; el rock es el ritmo trepidante que define la etapa de los 10 a los 20; y de los 20 a los 40, la vida es un bolero, porque nunca sabes cómo acabará. Finalmente, a partir de los 40, las cosas caminan a ritmo de vals: tres únicos pasos te pueden llevar muy lejos, a cambiar tu vida incluso", afirma Espinosa. Además, cada uno de los bailes sirve de transición entre los 4 días que se plasman en esta pieza en 72 minutos.
Las interpretaciones de todos son impecables, los diálogos podrían cobrar vida por sí solos, el escenario, la luz y el sonido se integran perfectamente en la obra, el tiempo pasa casi sin darte cuenta entre risas y lágrimas involuntarias de emoción, y concluyen con un fórum de 8 minutos en el que el público puede interactuar con los actores, preguntarles lo que deseen, y disfrutar de un quinto baile con alguno de ellos (ufff, he sudado con esta frase pero la emoción requería evitar puntos). Por eso hoy os propongo un quinto baile. Joyitas así merecen pasar por todos. Por divertida. Por sencilla. Por tocar fibra. Por genial, en todos los sentidos.
Y ya me contaréis cuál es el olor de vuestra infancia.

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