El aire lo envuelve todo, convirtiéndonos en regalos que alguien tiene que descubrir. Llena los huecos que, sin querer, dejamos al descubierto. Aire.
Hoy ha sido un día para recordar. He estado probando el Rock Band, un juego de la Play3, con mis compañeros del curro. Eso de la batería no es lo mío, el bajo así así... pero el micro no se me resiste. Hemos estado tocando canciones que no conocía y aún así arrase a todos, con un acierto del 98%. No está nada mal para ser mi primera vez y, quien sabe, quizá me planteo dedicarme seriamente a esto...
O no. me encanta cantar, pero quizá sea mejor dedicarme a otras cosas y dejar las melodías para las esferas más privadas. Como la de hace unos días, calle arriba por Urgell, de nuevo, pero sin atracador siguiéndome los pasos.
Hoy me apetece cantar Dream a little dream of me, versión propia, o un bolero de esos de concurso, alguien ya sabrá a qué me refiero. Cómo fue, dos gardenias o dos rosas, como las que hemos compartido esta noche mi madre y yo.
Como si no pasara el tiempo, pasa y nos volvemos a encontrar, lo que soy y lo que es, su alma y la mía. Su simple presencia llena las estancias de mis recovecos, esos que pocos saben que existen. Y me da la mano. Y la escucho mientras habla emocionada de su vida, de la mía.
Y el aire pasa por el control técnico del Llantiol, y por las calles llenas de gente, y por su boca y sus ojos y mis dedos. Y le ha visto, y me ha visto, paseando. Y esta noche no le he visto pero pronto le veré.
Soy yo.
Es la vida.
Es mi mundo al revés.
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