
En la vida hay palabras que significan mucho para una persona. Hay palabras que marcan relaciones, etapas, lugares. Hay palabras que aparecen por casualidad y otras que parecen diseñadas para cumplir una función determinada en un espacio y tiempo limitados. Y hay otras irracionales.
Cuando buscaba nombre para este blog tenía claro que sería algo de Venus. No sé muy bien porqué, quizá estaba influida por una idea que me comentó Raül sobre la Venus de Boticeli, el nombre del planeta surgió en mi cabeza como sumario de todo lo que quería explicar. El universo femenino. La dulzura. La sensualidad. La delicadeza. La noche. Las estrellas. La inspiración. La preciada inspiración...
Hace un par de años, cuando estudiaba el máster de radio, apareció una nueva palabra con significado añadido. En realidad ésta fue primero. Siempre me há interesado el arte culinario, lo diferente, lo elaborado, lo extraño, las mezclas raras. Así que cuando tuve ocasión, en varios de los programas que hice para el máster, incluí una sección de delicatessens. Ahí fue cuando conocí a Raul y de su mano descubrí muchas mezclas nuevas.
Recuerdo un día que volvía de noche a casa. Iba sentada en el autobús, escribiendo poesía en mi cuaderno y escuchando en la radio un programa de música alternativa muy bueno. Recuerdo dejar la poesía a medias mientras escuchaba una canción preciosa y garabatear con letras naif todo mi cuaderno con "delicatessendelicatessendelicatessen". Algo que, por supuesto, incorporé a la versión digital de "La lengua de la vanidad muerta", uno de tantos proyectos a medias.
Desde entonces las palabras "venus" y "delicatessen" me acompañan en mi vida poniendo marcas en cosas que, sin ellas, serían probablemente insignificantes. Son dos de mis palabras favoritas. Por eso el día que descubrí este local, el Venus Delicatessen, en Avinyo 25, Barcelona, algo se me movió por dentro. Pasé por delante varias veces, con personas diferentes. Siempre me quedaba embobada mirando a través del cristal las figuras que exponían, las lámparas, las formas y los colores; el local, según me han dicho, es de estilo modernista. Pero nunca entraba porque sentía que tenía que ir en un momento especial, un momento elegido por mí.

Parece que ya empiezo a notar los efectos del café de esta tarde: dos entradas en época de sequía intelecutal no está nada mal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario